miércoles, 31 de julio de 2013

vagabundo

Él pensaba en ella, ella pensaba en él, la luna pensaba en ambos y el solo quién sabe en quién, pero era hermoso verlos, era hermoso ver cómo se besaban, ver cómo suspiraban, ver cómo miraban, ver cómo sonreían. Cuando se les acababan las palabras los silencios eran igual de alentadores, quien quiera que fuera el espectador, maravillas podía ver en esa escena. Ella feliz y él muriendo, de felicidad, claro está. Su mano de repente deslizaba por la de ella, su respiración de repente coincidía con la de ella, su corazón de repente se emparejaba con el de ella, su vida de repente se fundía con la de ella. Podían pasar toda la noche juntos, todo el día, toda la vida, lo que quisieran pasar juntos, de no ser que él tenía su vida y ella tenía ambas, pues no importaba que sólo viviera la propia, era dueña de la de él. Pero no importaba separarse, porque en verdad seguían juntos. Seguían mirándose en esa luna, seguían sintiéndose en ese viento, seguían escuchándose en esos silencios, seguían latiendo juntos, juntos estaban, no importaba dónde estuvieran.

miércoles, 3 de julio de 2013

lluvia

La lluvia no importaba, el frio no importaba, la vida no importaba, importaba la existencia, en cualquier plano que fuera, pero con ella junto a él. Ella podía decir mil cosas con una sola mirad y él guardaría silencio para escucharla atentamente, respondería a sus preguntas, no importa que no condujeran a ningún lado, simplemente era imposible detenerse, escucharle y responderle con tal de volver a escucharle. Escrudiñaba su alma, ella a él, y lo miraba y no decía nada, pero lo decía todo, y él nada interpretaba, miraba en silencio, sentía en gritos. Ella lo hacía feliz, él la hacía sonreír, ellos se hacían compañía en un café, en una charla con desconocidos, en un restaurant de franquicia, en la vida si es que fuere necesario para no estar solos, pues la vida después de todo no es más que solo un momento, un él y ella, un aquí y ahora, aquí era de su mano, ahora era en sus labios.