jueves, 14 de noviembre de 2013

La última

Lo vi venir como una obviedad, como que las estrellas de tu cara rigen destinos en los que están sin estar.
Lo vi venir como un jaque en cinco movimientos, uno tan brutal que rendirse antes de su llegada es incluso vergonzoso, y no se rinde solo por rescatar la dignidad.
Lo vi venir como un anochecer, obscuro e inevitable, lleno de frio.
Lo vi venir como un destino, uno al que se está tan cerca que ya no se puede retornar.
Lo vi como te vi la vez primera, impresionado de que fuera real.
Lo vi venir como el derrumbe de una edificación, la edificación de mis sentimientos y de mi corazón.

Lo vi tan claro, era tu adiós, y lo sabía y no lo podía evitar…

domingo, 20 de octubre de 2013

No me olvides

Las sábanas se tiñen de color recuerdo mientras la luz de tus ojos se escabulle por tu ausencia en el espejo, el aroma a café, ese que me preparaste ayer, esa cena que me preparaste para toda la vida, la lujuria que me sembraste, el deseo incontrolable de oler tu cabello, todos están aquí presentes para verme despertar por el golpe insipiente del calor, el maldito calor de una noche de invierno con deseo interno de tenerte a mi costado. ¿Podrías mirarme a los ojos y decir que no soy especial?
Me golpean la cabeza, y bien sabes que odio que golpeen mi cabeza, pero son tus recuerdos y no los puedo ni tocar, porque me hacen sentir vivo y sin ti no lo quiero estar. Dime ¿de verdad me quieres olvidar?
Entonces me levanto de la cama a pesar de la maldita gravedad que se ejerce en mi cuerpo, en mi mente y en mi humanidad a efecto de tu ida, que no me deja levantar. Dime ¿de verdad no quieres regresar?
Me pongo los zapatos, la camisa y la sonrisa postiza que me sugeriste al partir, esa que no venden por catálogo pero que fuiste muy sutil de pintar con tus propias manos sólo para mí, tan sólo para mí para poder quedarte con la real. Dime ¿la planeas coleccionar?
Entro a la cocina con el sentimiento fatídico de que no vas a estar ahí, ni tú ni tu olor ni tus recetas ni tus planes de hacer el amor a puerta abierta para que el sol sepa lo que de verdad es crear calor. Dime ¿a dónde piensas llegar?
Me tiro el sillón de la sala y busco entre los cojines si de casualidad no quedaste atrapada por ahí como las monedas, los clips, los besos, la mugre y la mugre costumbre de buscarte aunque sepa que no estás ahí. Dime ¿te puedo acompañar?
Te miro acompañada, feliz, sonriente, radiante, inspiradora de las más aterradoras historias de amor, porque ya no se escriben contigo y conmigo, sino contigo y sin mí. Dime ¿de verdad eres feliz?

Me doy cuenta de que huelo mal, me necesito duchar para lavarme el cuerpo, la cara, las narices, todo lo que en su momento tuvo contacto contigo, el alma la voy a tener que dejar igual, no vaya a ser que por el agua fría se me encoja y no tenga espacio para otra noche más. Dime ¿por qué no me amas de todas formas?

martes, 1 de octubre de 2013

Quemarlo

Nunca me imaginé quemarlo todo, no de esa manera, no de esta tristeza, no de esa melancolía, No con esa energía tan fría y consumidora, tan ardiente y misericordiosa, nunca imaginé decir adiós con fuego, con ese acto tan excelso que sólo algunos recuerdos alcanzan a concebir, del fuego sólo algunos son dignos. Arde, el fuego arde e invade de la misma manera que lo hace el dolor. Seamos plenos, en el fuego somos plenos, en el olvido, en el rencor y en el perdón, bien sentidos ambos, sin chantaje ni condición, solo el olvido para salvación. Lo quemamos todo, luego olvidamos y somos mejores que el día anterior.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Teatro de Caprichos

Las puertas se abrieron al público, uno a uno ocuparon su lugar, apresuradamente por ver aquel estreno tan esperado, al que llamaremos amor. La brisa se colocó suavemente en su rincón favorito, emitiendo de vez en cuando susurros que a nadie le importaban, porque estaban demasiado pendientes de la gran obra que venían a ver, que se había preparado con tanta meticulosidad, aún pareciendo ser improvisada, improvisada desde el alma. También estaba presente la luz, sigilosa y educada que por no querer interrumpirla escena se atenuó y se colocó en un lugar donde alcanzaba a ver todo. La lluvia tuvo que ver desde fuera, aunque con el mismo placer que cualquier otro asistente, era feliz simplemente con contemplar tan ejemplar obra de teatro.
Se levantó el telón y dos jóvenes aparecieron en escena, un sentado al lado del otro, una escena tan simple pero tan romántica porque era fácil ver sus ojos y saber lo que sentían, sentían su papel como se siente la vida cuando uno se pone a hacer conciencia sobre ella. Él tomó la mano de ella, ella jugó con la mirada de él, él se dejó conducir por el placer de ser amado en el primer acto, en el vandalismo perjudicial de la ineptitud, de incredulidad; se apasionó tanto en su papel que parecía que para él era real, de hecho para él era real. Desnudaron sus almas al son que sus ropas se humedecían, recorrieron sus cuerpos al son en que su respiración se estremecía, ignoraron todo alrededor pues sólo eran ellos en escena actuando la más simple y conmovedora historia de amor, de dos jóvenes de apenas dieciocho y veinte años, una historia que conmovió hasta al solo que un de repente se dejó ver por detrás del regazo de la lluvia, convirtiendo a la audiencia en una completa crema social.
Entonces los actores en escena llevaron a cavo el acto de hacer el amor, de manera tan real que cualquiera dejaría escapar un poco de morbo de su imaginación, hicieron el amor de manera tan natural, aunque sólo faltó la penetración, la de los ojos del él en los de ella, la de los sentimientos de él en el corazón de ella, la de la presencia de él en la vida de ella. Nunca la penetró porque era una obra de teatro y nada más.
Entonces llegó el tercer acto y ella lloraba en un rincón, él por su parte trataba desconsoladamente de consolarla, abrió su corazón e improvisó instantáneamente ara darle un matiz tan elegante al momento, le juró el amor eterno, lo juró todo lo que un joven de su edad podía jurar, la abrazó y tuvieron el diálogo más precioso que se hubiera escuchado jamás, aunque sea parta los espectadores
-          Ya no llores, amor, ¿por qué lloras?- preguntó él.
-          No te preocupes amor, lloro de felicidad- respondió ella.
Se bajó el telón, después los actores viniendo de detrás de él salieron a dar la cara y recibir los aplausos de júbilo que sus espectadores otorgaron sin ningún afán de ahorrar aplausos para una próxima vez. La luz cegó los ojos involuntariamente, tanta magia había alrededor, el silencio se rompió en gritos de emoción, la brisa sopló conmovida, indecisa en cuándo detenerse, no podía parar.
Los actores después estarían fuera del teatro, se miraron, se estremecieron por última vez.
Era el último acto.
-          ¿nos volveremos a ver? –preguntó él.

-          Sabes que no –respondió ella.

martes, 24 de septiembre de 2013

recordar

Si fueran miles las tazas de café que consumí, miles las veces que abrí mis ojos, miles las estrellas que vi apagarse, miles los sueños que vi escapar, miles las historias que mis manos escribieron, todo lo podría recordar con una exactitud tan ingrata que pudiera hacer innecesaria la existencia en una nueva vida. Todo reducido a un nada, la magia, vida, tiempo, el tiempo, siempre el tiempo, que se deja escapar como un perro rabioso contagiando todo, infectándolo todo…ahí va el tiempo. Podría recordar los pasos que di hasta llegar a tu regazo, y la luz del sol que se filtraba al final del camino, el aroma de todos los brazos en los que he dormido, los miles de suspiros que me robaron, los labios que besaron los míos, la falta de elocuencia entre mis palabras y mis actos las tantas veces que dije te amo, cuando de verdad quise decírtelas a ti. Todo podría recordarlo con una precisión de terror, tanto que tu piel se quemaría como papel consecuencia del ligero escalofrío que te haría sentir tanta exactitud. Todo, absolutamente todo, desde el pie que usé primero esa mañana, la ropa que use, la canción que escuchamos, la que no escuchamos, la duración del primer beso, del primer orgasmo que se funde con el primer adiós, del primer te amo que se funde con el primer ya no, el color de las nubes, la suavidad del viento, la humedad del aire, la de tu pecho, la del mío. Desde lo que dije y por qué lo dije, desde lo que callé y aún así lo supiste, la manera en que hablaron mis ojos por mis labios, escuchó mi piel en vez de mis oídos, y cómo cada cosa hizo algo que no le correspondía por el placer de saberte nuestra aunque lo fuiste sólo de pensamiento porque era tanto el amor y el sentimiento que la única vez que te toqué fue cuando te dije hola y rocé con tus oídos. Eso también lo recuerdo, la vez que aceptaste verme y yo aprenderme tu rostro de memoria, recuerdo perfectamente cómo lo dibujé en mi almohada y cómo dormí aferrado a ella como si fuera a ti a quien abrazaba, cómo nuestra respiración se detuvo por un instante porque tuvimos que suspirar, cómo el mundo se transformó en nada, cómo nada nos miraba y en silencio, en obscuridad, en ausencia de bien y de mal, por primera vez te besaba, eso también lo podría recordar. Todo hasta saturarme, hasta olvidar lo que se siente caminar contigo, de la mano un domingo cualquiera en una calle cualquiera de un pueblo cualquiera, tú y yo siendo cualquiera siendo sólo para nosotros el ser más especial, eso ya no lo recuerdo…y te pido por favor…ayúdame a recordar.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Podría

Podría decir lo que siento, pero terminaría diciéndolo de manera en que suene bien para ti. Me gustaría pensar que soy parte de ti, porque te robas mi aliento, haces que a mi cerebro se le olvide respirar, luego inhalo y le vuelvo a arrojar un suspiro al viento. Eres mi musa pero la música se ha callado, eres mi princesa, el castillo flotaba pero se está derrumbando. Soy tu caballero de eterna lealtad que ahora no sabe a dónde correr, podría convertirme en traicionero y olvidarte, podría morder la mano que me dio de comer. Podría gritarte lo que siento, pero son muchos metros de distancia y aunque grite mi alma mis labios hablan bajo y lento. Podría rogarte tu presencia, pero de conseguir la física solo es vanidad, podría esperar que regreses por cuenta propia pero le tengo miedo a la impuntualidad, pudiera olvidarte pero entonces me aterraría el recuerdo, ese que me hace desear que hables para sentirme un poquito cuerdo. Podría caerme en pedazos para esperar que me levantes, pero esperar es dejar que pase el tiempo y de hacer eso prefiero morirme antes. No quiero que me veas dolido porque entonces me vería débil, no quiero que me veas fuerte porque entonces tu adiós en mi alma sería semilla en campo estéril.  Quiero el tiempo pasado, el olor de tus manos y la inmortalidad del momento, del silencio que nos arrancamos con miradas después de intercambiar un poco de aliento. Quiero el pasado que pintaba contigo un futuro, detesto el presente que pinta caras tristes  con pintura de un poquito de orgullo. Quiero al tiempo cuando pasa contigo, a la vida que se gasta tan rápidamente si estás conmigo, quiero una salida, a veces solo quiero dormir, quiera lo que quiera, al fin de cuentas solo te quiero a ti.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Héroe anónimo

Peleó esa batalla aún sabiendo que tenía todo que perder. lo sabía y aún así tomó el riesgo, porque se quiso retar a sí mismo a ser mejor, se creyó por un momento sus propias ideas de grandeza, se creyó lo suficiente, lo hicieron creerse suficiente y eso lo motivó a ir a una lucha que sabía por demás perdida. Y al final, como es debido, esa batalla llegó a su fin y tal como el mundo lo demanda, tal como todo mundo sabía que sucedería, tal como él, antes de ser vendado y mandado al campo, sabía también, perdió. Perdió pero pero ganó algo al fin de cuentas, ¿experiencia? tal vez, aunque ya tenía mucha y aún no le servía de nada, además se convirtió en eso que el mundo tanto anhelaba: en nada. y es que el mundo así lo necesitaba porque en este mundo ya no hay espacio para personas excepcionales, pues de los nombres que ya existen la gente se olvida, y de un nombre nuevo apenas si alcanzarían a escuchar, así que este mundo lo rechazó porque ya no necesita hombres grandes, necesita hombres anónimos que quieran trabajar por mantenerse en el anonimato, cualquiera que intente algo diferente, el mundo lo hará perder, por más que se enamore, por más que se entregue, por más que llore, por más que sufra, el mundo ya no necesita a nadie excepcional.

martes, 10 de septiembre de 2013

Avenida y boulevard

Caminé unos veinte metros bajo la lluvia antes de ponerme los audífonos, esperando de casualidad escuchar su voz gritando que regresara. Obviamente no sucedió y hasta el momento sigo culpando el ruido de la lluvia.
-               -El instituto no está muy grande – le dije mientras me ponía de pie para dejarla sola en las gradas – hacia allá está el boulevard y hacia allá está la avenida principal.

Me puse entonces de pie y di play al reproductor de música sin ponerme los audífonos pero escuchando la música difuminarse con la decadente lluvia. Rose of my heart, coreaba Johnny Cash, mientras mi corazón se espinaba.

miércoles, 31 de julio de 2013

vagabundo

Él pensaba en ella, ella pensaba en él, la luna pensaba en ambos y el solo quién sabe en quién, pero era hermoso verlos, era hermoso ver cómo se besaban, ver cómo suspiraban, ver cómo miraban, ver cómo sonreían. Cuando se les acababan las palabras los silencios eran igual de alentadores, quien quiera que fuera el espectador, maravillas podía ver en esa escena. Ella feliz y él muriendo, de felicidad, claro está. Su mano de repente deslizaba por la de ella, su respiración de repente coincidía con la de ella, su corazón de repente se emparejaba con el de ella, su vida de repente se fundía con la de ella. Podían pasar toda la noche juntos, todo el día, toda la vida, lo que quisieran pasar juntos, de no ser que él tenía su vida y ella tenía ambas, pues no importaba que sólo viviera la propia, era dueña de la de él. Pero no importaba separarse, porque en verdad seguían juntos. Seguían mirándose en esa luna, seguían sintiéndose en ese viento, seguían escuchándose en esos silencios, seguían latiendo juntos, juntos estaban, no importaba dónde estuvieran.

miércoles, 3 de julio de 2013

lluvia

La lluvia no importaba, el frio no importaba, la vida no importaba, importaba la existencia, en cualquier plano que fuera, pero con ella junto a él. Ella podía decir mil cosas con una sola mirad y él guardaría silencio para escucharla atentamente, respondería a sus preguntas, no importa que no condujeran a ningún lado, simplemente era imposible detenerse, escucharle y responderle con tal de volver a escucharle. Escrudiñaba su alma, ella a él, y lo miraba y no decía nada, pero lo decía todo, y él nada interpretaba, miraba en silencio, sentía en gritos. Ella lo hacía feliz, él la hacía sonreír, ellos se hacían compañía en un café, en una charla con desconocidos, en un restaurant de franquicia, en la vida si es que fuere necesario para no estar solos, pues la vida después de todo no es más que solo un momento, un él y ella, un aquí y ahora, aquí era de su mano, ahora era en sus labios.

jueves, 27 de junio de 2013

Te quiero

El estaba ahí, sentado y tratando de escribir algo especial para ella, y aunque ella no lo necesitaba, él no podría dormir tranquilo mientras no lo hiciera. Ella dormía en un lugar, algo alejado de donde estaba él, pero no importaba porque ambos miraban la misma luna, ella en sueños, y él en sus ojos, pero ambos la misma luna. Podía desvelarse toda la noche tratando de escribirle la historia perfecta, podía no dormir, no le importaba, de nada le importaba dormir si no era con ella con quién soñaba y entre sus brazos donde estaba. Una, dos, tres, mil, millones de estrellas había interrogado pero ninguna había visto antes sus ojos, era irónico porque él juraba que sus ojos en algún momento de su existencia debieron ser estrellas, y sus pecas constelaciones, y sus labios agujeros negros, porque era difícil evitar ser atrapado por ellos. Pero el universo no la conocía, no había estrellas tan hermosas, ni planetas tan vivos, ni alfo que se le pudiera parecer, así que dejó de buscar en el espacio a quién preguntar sobre ella. Entonces tocó el turno de preguntar adentro. Preguntó al corazón si algo sabía de ella y dijo que no, era irónico, pues el juraba que alguna relación debían de tener su corazón y ella, pues él latía con más fuerza cuando ella estaba cerca. Preguntó a su mente y esta dijo que no la conocía, que no importaba el sueño más hermoso que tratara de recordar, porque no era lo suficiente para acercarse a lo hermoso de ella. Preguntó a sus oídos y estos no recordaron ni en mil canciones haber escuchado notas tan perfectas, preguntó a sus manos y no recordaban piel tan suave, preguntó a su olfato y no recordó aroma tan dulce, se preguntó a sí mismo y no recordó ni siquiera qué hora era. Se frustró pues nuestro amigo escritor, bajó la pluma, dio un respiro y apartó la silla del escritorio, esta noche se iría sin escribir nada. Se alistó para dormir, confundido porque no encontró palabras que pudieran describir lo que pensaba…mas en el último instante, cuando estaba por darse por vencido recordó algo, se puso de pie, fue al escritorio, tomó un bolígrafo y una hoja de papel y escribió lo que realmente sentía, lo que importaba, lo que ella quería oír, después se fue a dormir con un papel entre manos y una sola línea escrita en ella: Te quiero.

domingo, 19 de mayo de 2013

Ella, ella y él


Caminaba de la mano de una y de los ojos de otra, caminaba sabiendo bien lo que quería o lo que tenía, sabía que no era lo mismo, sabía que quería lo que tenía y quería tener lo que veía. Ella, la primera, la que a la distancia solo miraba en silencio, se preguntaba una y mil cosas, todas inciertas porque eran tan solo el producto de la imaginación de él tratando de escrudiñar en la mirada de ella para llegar al corazón, podía porfiar toda la tarde en esos pensamientos, enclenque su espíritu tarde que temprano decaería y sabría que no sabía nada, nada más que quería estar con una, estaba con otra, pero a ambas las quería. ¿Y qué ley se lo prohibía? Si a una la dejaba en el anonimato y a la otra en la felicidad menester que su existencia demandaba. Cuando ella la abrazaba, sentía pues los brazos de la otra, mohíno le recitaba poemas que no eran para ella, fementido de conseguir lo que quería solo quería amar, a lo que fuera que pudiera en su mente creer que era ella. Se dejaba domeñar de sus impulsos y conducir sus palabras por el deseo, el deseo de no estar solo. Ella, la segunda, feliz, incauta, incrédula, increíble. Era la perfección del cielo en manifiesto de lo que el humano podía llamar una mujer. Cuando él se sentía en sus labios, sabía que la vida era realmente vida y no la quería dejar escapar porque un día sin sus besos era un día sin…sus besos, porque en simplemente no tenían comparación ni siquiera poética. Y cuando la miraba en sus ojos sabía que el universo se escondía ahí, como las estrellas en sus pecas, como el mar en sus pensamientos, como la música en sus palabras, ella siempre sabía qué decir. Y cuando su mirada ya no alcanzaba a ver a la primera, simplemente se podía entregar completamente a la segunda la que de vez en cuando, con un poco de lujuria se convertía en la única. Nadie podría decir que él hacía mal, porque nadie sabía lo que hacía. Y a ninguna le importaba, porque la segunda no sabía de la existencia de la primera, y la primera no sabía ni de su propia existencia en esa historia.

sábado, 4 de mayo de 2013

quedarse


Un día me tatuaré tu nombre
en la piel de mi corazón
como lo tatué un día en mi mente
y se convirtió en mi adoración.
Te llevaré en mí eternamente
sin importar cuál sea mi camino
porque es tan cierto que soy un hombre
como que eres mi destino.

Te compondré ciertas estrofas
que confesarán en ligeras indirectas
la manera en que me transformas
en sonrisas predilectas.

En tu piel están escritos en braille
los secretos del universo
confiésamelos en cada tarde
de uno en uno, a diario solo un verso.

Un día contaremos las estrellas
con las pecas de tu espalda
y sabremos que todas ellas
son tan solo una mirada,
asombrada y acallada,
que nos ve hacer el amor
sin siquiera rozarnos
porque nos amamos con el corazón.

sábado, 27 de abril de 2013

Ajedrez


La banca tenía ya un buen rato de haber tomado una temperatura agradable, mejor que la que tenía el aire gélido de aquel diciembre tan particular, así que ninguno de los dos planeaba levantarse. El tono de voz de ambos era tranquilo, como si la conversación hubiera nacido de la nada y en la nada fuera a morir, porque ni siquiera importaba. No se miraban, los ojos fueron las primeras piezas del ajedrez en caer. Quedaban los peones orales de ambos bandos, rey corazón negro, rey corazón blanco, reina intuición femenina blanca, reina terquedad negra masculina. Era difícil decidir quién ganaría cuando él jugaba con el alma y ella con la mente. Ambos sabían lo que querían: no morir aquella tarde. Veían a la gente pasar en aquel cuadro a blanco y negro que el cielo nublado les traía para inspiración y más inri del momento. El turno de él se empezaba a desgastar como se desgasta la ropa cuando el aire tiene hambre, el sol sed y el cuerpo calor. Sacó el segundo cigarrillo de aquella tarde, ella lo miró por el rabillo del ojo, debidamente molesta por aquel vicio que él había adoptado de los últimos meses; mató otro peón. Lo apagó y medito tan solo unos segundos más. El estaba dispuesto a sacrificar todas sus piezas de ajedrez, porque ese no es el juego que le interesa ganar realmente.
-          No sé qué intentas conseguir –murmuró ella por lo bajo pero lo suficientemente alto para que él escuchara.
-          Ni yo –respondió él sin inquietarse, movió otra pieza.
-          ¿sabes lo que pienso?
-          No, y sé que no me lo dirías –ofreció él con la mirada aún evitando la de ella.
-          Por supuesto que no –ella le miraba y meditaba mientras él cabizbajo no se atrevía a mover las piezas necesarias, el juego estaba pintado para él, para ella, para todos, si todos quisieran.
-          ¿y tú sabes lo que yo pienso? –lanzó levantando la mirada y encontrándola con la de ella, fingiendo una valentía que a leguas se notaba que le faltaba, o que estaba resguardada del frio, muy, muy adentro de su gabardina.
-          Lo siento, eso es más importante.
-          Algunas veces te extraño… -masticó y volvió la vista al tablero esperando su respuesta.
-          ¿y las otras veces?
-          También –respondió sin levantar la cara.
-          ¿y por qué separas unas veces de las otras?
-          Porque a veces te extraño aún más…

miércoles, 24 de abril de 2013

podrás


Podrás mirarme en mil brazos
sabiendo que es el calor de los tuyos el que deseo,
y devorar el alma de otros labios
cuando son los tuyos los que siento.
Podrás pensar que mi alma
egoísta, fría y despiadada
enamora a otras cuantas
por desquitar tu puñalada.
Podrás mirar el teléfono
línea seca y sin sonido
implorar por otra llamada
antes de morir en el olvido.
Podrás ver como muero
mientras vivo en otros ojos
sabiendo que son los tuyos
los que de mirar tengo antojo.
Podrás creer que mi destino
Se está distanciando del tuyo
sabrás entonces que estoy aguardando
a que veas que los nuestros son solo uno.

Eres esa única cosa por la que estoy dispuesto a dejar que el tiempo haga su trabajo...

sábado, 20 de abril de 2013

al universo


Podría morir cada día, él lo soportaría. Pero ¿qué pasaría con la duda? Con la incertidumbre…
Él estaba dispuesto a morir por respuestas, ella estaba dispuesta a callarlas, y él sabiendo que no las quería, aún las pedía y las exigía al universo, pero el universo en su único verso de composición, solo guardaba silencio. No liberaba de ningún augurio ese silencio constante en el que se mantenía, ni la obscuridad ni el hambre, esa hambre que le atormentaba cada vez que le veía, no importaba si su estomago estaba lleno de mariposas, que de todas formas tenía hambre de más, de amor, tan si quiera de paz. Él reconocía con todo su delirio que alguna vez se prometió a sí mismo que no volvería a caer en aquel error, en esa tentación, pero lo que el hombre espera no es necesariamente aquello que llegará a suceder. El universo no se alineaba a lo que él quería, él no quería al universo y el universo no lo quería a él, por lo menos alguien le correspondía.
Y podría mirar el teléfono y sentir las ganas de conectarse a ella a través aunque sea de la línea telefónica, aunque sea ya no a través del universo, tan solo por la línea telefónica. Pero ella no tenía tiempo, ella ya tenía lo que necesitaba, quién sabe que fuera, pero lo tenía y muy a pesar de lo que quisiera, eso no le incluía a él. Perdía su visión en las paredes del horizonte y sabía que por mucho que caminara, no llegaría a ese lugar donde se esconden las respuestas. Tal vez ni siquiera existían. No sabía lo que esperaba, pero lo hacía, no en el tiempo, sino en la eternidad, el tiempo y él nunca se llevaron bien, siempre prefirió la eternidad donde nada importa porque nada se va y nada viene, simplemente se está. Él quería estar con ella, ella…quién sabe qué quería.