sábado, 26 de febrero de 2011

el primer infierno

Ese “un poco” se convirtió en demasiado, en un enorme cambio para mi vida, aunque creo que cambio desde que te conocí
-¿te molesta?- preguntaste en un tono que creí cortés, y que en cambio solo enmascaraba tu frialdad, tus verdaderas intenciones.
-un poco- contesté esperando comprendieras, y, no sé, de alguna manera mostraras compasión, en cambio, separaste tu cuerpo del mío, me invadió el frio, y no porque así lo ordenara la temperatura, sino que así lo ordenaba tu actitud, me vi enormemente sola, y en busca de cubrir mi desnudez de quien para mi ahora era un completo desconocido -al que creía conocer muy bien- solo encontré mis propios brazos.
-¿acaso no me amas?- preguntó una voz que escapo de tus labios, pero puedo jurar que esa no era la tuya.
-sí, pero…
-¿pero qué? ¿Cómo puedes decir pero? Cuando amas a alguien no puedes decir “pero”.
-es que…creo que aún no es el momento.
-¿Cómo coños puedes decir eso? ¡Tenemos tres meces juntos! Es suficiente tiempo.
-pero yo aún no quiero.
Repentinamente tu rostro se volvió a suavizar, tu voz volvió a ser normal, incluso tierna, hipócrita también, obviamente eso ultimo no lo noté.
-tranquila, no pasa nada, nos amamos, ¿cierto?
-sí- contesté con lágrimas en los ojos.
- y mientras sea así, no estamos haciendo nada malo.
Me vi envuelta rápidamente en tu aura, caí rendida de nuevo a tus pies como si ese monstruo que se apareció frente a mis ojos hubiera sido asesinado por el caballero que ahora tenía enfrente, necesitada de protección, la encontré erróneamente entre tus brazos, en mi nueva prisión, deje que hicieras lo que quisieras conmigo, me convertí en un juguete, y lo que debió ser amor, se había convertido en el detonante de nuestra agonía, mas mía que tuya, pero se supone que las penas de pareja se comparten entre pareja, por lo menos yo aún lo creía así, pero el punto es que no fue como debió haber sido, como lo hubiera deseado.

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