martes, 12 de abril de 2011

senderos de salvación, capitulo 2, el oxipodium

¿Una estación de tren es lo suficientemente espiritual como para hablar del lugar donde se define el resto de tu eternidad? ¿Acaso esto no era lo suficientemente ilógico ya?
Así es, mi paradero era una estación de tren demasiado antigua, con grandes ventanales por los que entraba una luz demasiado pura y especial, diferente a cualquier luz, cegadora en su poder, aliviadora en su esencia. Había también escaleras y pasillos que guiaban a cualquier parte salvo el exterior.
Caminé a lo largo de ellos demasiado tiempo buscando una salida, que jamás encontré, caminé por lo menos 2 horas sin poder llegar a ningún lugar más que andenes, salas de espera, y más pasillos, y una multitud enorme, gente con una imagen que siendo sinceros era demasiado depresiva, todos caminando con la mirada perdida, algunos rostros reflejaban tristeza, otros impotencia, otros ni siquiera eran capaces de reflejar algo, solo caminaban sin dar importancia a los demás.
Empecé a desesperarme, y decidí para poder entretenerme, buscar el ala a donde me mandó Leidenschaft.
-disculpa –intenté preguntar -¿podrías decirme donde está la sala h135?
Del sin fin de entrevistados, a lo mucho se dignaban a mirarme a los ojos, nadie estaba dispuesto a contestar, me senté en una banca y me detuve a meditar un poco. ¿Qué era lo que sucedía? Definitivamente no podía explicarlo, y empecé a creer eso de haber muerto, el sueño había durado ya demasiado tiempo. Pero definitivamente algo jamás paso por mi cabeza como una idea concebible: haberme suicidado. Leidenschaft tenía razón respecto a la razón de mi matrimonio, el amor no era lo fundamental. Pero aun así no me suicidaría, cazarme no era tan pésimo como para hacer algo así, y definitivamente, si en mi peso estaba el resignarme a haber muerto, jamás me resignaría a haberme suicidado, no tenía motivos.
Empecé a enfrentar un duelo interior donde la pérdida que sufría era la de mi vida misma. Entre en pánico, y me empezó a invadir un poco de euforia e ira cuando mi mente intentaba decir “es cierto, estás muerto” pero esas palabras no debían salir de mi interior, aun tenía un poco de convicción de que era un sueño.
-hola hombre, eres nuevo, ¿verdad?
Escuche una voz, la primera voz humana que escuché en ese lugar.
-sí, lo soy.
-bienvenido al oxipodium, mi nombre es Klark – dijo mientras me extendía su mano, la estreché con pocos ánimos – es fácil notar cuando alguien es nuevo, aun conservan algo de vida, y su mirada refleja la poca resignación a la muerte.
-no creo que alguien se pueda resignar a eso.
-no, al principio no. Es difícil, y más estando solo, en este lugar todos están solos, es lo más conveniente.
-¿y si es lo más conveniente porque te acercas a mi? –comenté esperando que se alejara de mí.
-porque necesitas ayuda, y puedo notar que tu solo jamás podrás salir de aquí, algunos duran demasiado tiempo buscando algo, este lugar es horrendamente grande.
-ya lo noté.
-¿Cuál es tu nombre?
-Enzo
-Enzo –repitió –un nombre agradable. Mi nombre es Klark.
 -Que bien. –creo haber hecho notar que no me interesaba mantener una plática con él, aun así insistió.
-¿y cómo moriste?
-¿acaso te importa?
-si no me importara no lo estaría cuestionando.
-y si te quisiera contestar ya lo hubiera hecho.
-ha, tranquilo hombre, no pasa nada, esto apenas comienza para ti, poco a poco te acostumbrarás.
-no intento acostumbrarme, no le veo el punto a acostumbrarme.
-pues si no te acostumbras no podrás seguir el paso de este lugar, y créeme que puede ser muy pesado. ¿A qué ala caminas ahora?
-a la h135.
-pues si quieres yo puedo guiarte.
-no, no me interesa socializar, no me interesa estar aquí un largo tiempo. Me interesa despertar.
-jajá no se puede despertar de la muerte.
-pues yo no estoy muerto.
-eso es lo que todos creemos al llegar aquí, después te parecerá incluso consoladora la idea de haber muerto.
-¿consolador? ¿Crees que esto me puede parecer consolador?
-¿en serio te parece tan mala la idea de morir? –este comentario fue lo más estúpido que en vida, o muerte, o cualquiera que fuera mi estado, había escuchado. ¿A alguien le puede parecer una buena idea morir? Tal vez a los suicidas, pero a mí no, ni siquiera siendo culpado de suicidio, ¡eso era estúpido!
-¿crees que me puede parecer grato morir? ¿Quieres saber que me parece morir? -exploté- ¡pues te diré que la muerte me parece sensacional! -no pude evitar el sarcasmo- sobre todo en la parte donde caí al suelo frente a mi novia, supuestamente suicidado, introducen un tentáculo por mi uretra, me dicen que me suicidé justo dos días antes de casarme, busco una puta sala que no encuentro y tengo que lidiar con un idiota que es insensible y se pone feliz por ver a otro humano en vez de pensar en la familia que dejó en la tierra, estoy pasándolo de lo mejor, ¿no lo ves? Entonces ve a hacerle preguntas estúpidas a algún otro idiota que también piense que morir es lindo.
- ¿hace cuanto tiempo moriste?-preguntó ya con un tono de intriga.
- no te importa.
- yo morí hace ocho años, no he convivido con nadie en todo ese tiempo, solo quería conversar, el ala que buscas está en la zona h, estas en la zona b, adelante hay un mapa, a unos 5 o 6 kilómetros, mas adelante por este mismo pasillo, suerte.
- ah…ah, gracias…yo…-noté que solo quería conversar con alguien, tal como me lo dijo, y fui algo grosero.
- no te preocupes, tengo demasiado tiempo de haber muerto, ya no recuerdo que es eso, me parece normal, veo muerte todos los días. Hasta luego.
No me atreví a detenerlo, sería demasiado torpe, y lo había ofendido sin que mi intención fuera esa, de nuevo me quede solo, por lo menos ahora sabía a dónde caminar.
Caminé 5 minutos reflexionando lo que me dijo Klark, ¡8 años aquí!, eso debería ser ya un infierno. ¿Qué clase de vida llevaría para merecer 8 años en el oxipodium? Según recordaba, yo no pequé tanto en vida, y estaba seguro que quien me enjuiciara entendería que eso de mi suicidio era un error, así que creí que no estaría tanto tiempo aquí.
Camino al mapa que me dijo Klark, le di importancia a lo que es el oxipodium, creí por primera vez en Dios, después de todo tenía ahora que creer en la vida después de la muerte. Empecé a reflexionar sobre lo que me parecía un sueño, pero que inevitablemente, estuviera vivo o no, de todas formas lo tendría que afrontar, tarde o temprano.
A este pensamiento le siguió uno que me llenó de terror: siempre e creído que no puede existir el bien sin el mal, y si creía en Dios, tenía que creer en el demonio, ¿y si a causa de mi suicidio me mandaban al infierno? Limpié mi culpa pensando en lo que antes había pensado acerca de mi juicio, eso me alivió un poco la culpa, aunque…
Me senté en una banca que había en una pequeña plaza dentro del oxipodium, cabe recalcar que dentro de este, no se podía ver el cielo, de hecho, era un poco extraño, no era tan místico como siempre lo imaginamos cuando estamos vivos.
El piso del oxipodium era demasiado blanco, demasiado pulcro, demasiado irreal. Como siempre la gente que caminaba a su alrededor, no le daba importancia a lo que lo rodea. Los observé durante un instante, miré como caminaban todos juntos, pero todos solos, nadie hablaba con nadie. Todos ignoraban, todos egoístas, todos fríos, preocupándose solo por sí mismos y nadie más, me llené de pánico, y no porque la escena me pareciera extraña, sino todo lo contrario, era una ya tan común, de la que nunca me había percatad; siempre los humanos caminamos así, ignorando a los demás, egoístas, siendo nuestro único medio de comunicación la hipocresía, usando solo a quienes necesitamos, y si ya no los necesitamos, los dejamos. Y es cierto, la gente que nos rodea está ahí para complacer nuestra necesidad de compañía, para salvarnos de la locura de la soledad, porque aunque digamos que no nos gusta la hipocresía, la necesitamos, siempre terminamos hablando o necesitando de alguien que nos desagrada, pero que al fin de cuentas necesitamos de ellos. Nuestros amigos son nuestros amigos por conveniencia y no por gusto, necesitamos quien nos acompañe y nos haga sentir mejor con nosotros mismos, somos unas bestias egoístas , algunos complacen sus egos ayudando a los demás y se hacen llamar “caritativos”, pero es su ego y necesidad de bienestar la que realmente buscan complacer.
Después de reflexionar y caer en la cuenta de que era un gran hipócrita y pensar en las personas que dañé por ello, me sentí mejor y peor a la vez, mejor al entender que la hipocresía es una necesidad humana así como el ego, aunque en cada uno se presenta en distintas magnitudes, pero siempre está ahí, y me sentí peor al darme cuenta por primera vez en mi vida que sí necesitaba de quien me rodeara, necesitaba de mi novia, mis amigos, estaba solo, incluso desee que ahí estuviera Klark.

2 comentarios:

  1. Gracias por seguirme y por comentarme^^ y siento no haberme pasado antes!
    Me he quedado a cuadros con la historia!!jamas se me habria ocurrido semejante argumento. Siguela pronto que me encantaria saber como sigue.
    Un saludo!!

    ResponderEliminar
  2. Te sigo!! Tienes muy buen blog!! y una historia alucinante!!!
    Pasate por los mios :)
    Un Saludo!!

    ResponderEliminar