domingo, 27 de noviembre de 2011

contagio

¿Y de qué estarías dispuesta tú a contagiarme? ¿Cómo me asesinaras? ¿Será lento? ¿Será rápido? Dime lo que harás. Mátame, lento, caluroso, y que sepa el viento que mi alma desnuda en el volará, suspiro será su cuerpo, tu alma será su final. Imperfección su pequeña belleza, amor su solución total. Arrogancia impartida en pequeñas gotas de agua, dulces y escasas, que simplemente son prueba de nada,
de deseos insanos, que no quieren doblegarse ante tu mirada, orgullo que quiere negar lo que dice mi mirada: te quiero demasiado, son esas las palabras. Anzuelo de mis sueños, tus labios y tus ojos, déjame mirarlos, déjame arrancarlos en pequeños trozos. Y deslízate lentamente por debajo de mi corazón, dejaré la puerta trasera abierta, entra hasta la habitación, siente los latidos de esa tu nueva
nueva casa, habrá que recorrerla, ¿no te mueres de emoción? Que si alguno de los dos muriera, quedaría ella sola, vacía y sin razón, sin existencia necesaria, sin ninguna ilusión, rogaría por tu nombre eternamente, por eternamente tenerte en su interior.

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