martes, 1 de noviembre de 2011

adios

Entro a mi alma, la habito a su placer y anchas, deformo mi mundo a cierto grado en que todo era hermoso. Arquitecta de mis sueños y de mi vida también. Ambición en mi imaginación, amor en mi realidad, pasos lentos a un frio caluroso y acogedor, a un llanto inimaginable, vital y seductor, traicionero y lastimero, y un orgullo que para reedificarse necesitaba volver a caer. Ilusiones que de nada servían sino para hacer sentir un poco peor. Culpa quería ver  donde no la había, como un sediento que ve un oasis en un mar de agua salada, como solo yo podría ver las cosas. Y mi orgullo se arrodillo ante ella, pero ella aun me daba la espalda, y de repente sentí ganas de llorar, pero me di cuenta que era mucho más fuerte que eso, y mi orgullo regreso sus rodillas a una posición cómoda,  dio apenas la vuelta cuando escucho su voz golpear en mi pecho, pero la distancia no me permitió entender el mensaje, y nunca le volví a ver.

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