viernes, 13 de mayo de 2011

senderos de salvacion, capitulo 4, ira

Llegamos al fin al ala h135, gente abordaba el tren, gente caminaba, gente me miraba.
El tren era demasiado antiguo, y a mi parecer, hermoso.
Abordamos, buscamos un cubículo donde viajar, y lo ocupamos. Nos sentamos en sus sillones, yo miraba aun por la ventanilla a la gente pasar, miraba sus cuerpos, simplemente mejores que los míos. Cicatrices en el torso, cicatrices en la cara, todos las tenían, pero ninguno de la manera en que yo, ninguno tenía tantas, y eso hacía que cuando me vieran, me miraran como un monstruo, como algo indigno, y de hecho, aparentemente lo era. Me sentí mísero, me sentí vacio, me sentí un desdichado, todos eran superiores a mí, por lo menos eso era lo que revelaban sus cuerpos. Eso…o el hecho de que…tal vez lo que me sucedía, aun habiendo sido como fui, no lo merecía. Y no, de hecho no lo merecía, seria tratado como un suicida, y no lo era, en ese momento todo sentimiento que en mi se arraigaba, se convirtió en un coraje, en una impotencia que no podía albergar en un solo individuo, empecé a apretar mis puños, “el es un suicida” de seguro pasaba esa idea por sus mentes, de seguro me estaban catalogando de algo que no era, nunca me suicide, y no aceptaría nunca esa idea.
-       Enzo, ¿estás bien? –preguntó Klark al ver el coraje que mostraba mi rostro.
-       No puedo estarlo, no soy un suicida, nunca me suicide, ¡y de seguro todos me están etiquetando de tal!
-       Nadie te está etiquetando de nada Enzo.
-       ¿me lo puedes asegurar? –le mire fijamente a los ojos, no esperando una respuesta, sino queriendo vaciar la molestia contra alguien. –¡míralos! Me miran con miedo, ¡no merezco esto, no merezco lo que me está sucediendo! Ellos se creen superiores, pero yo soy mejor que ellos, yo no soy un suicida, ¡infelices!
Me puse de pie y abandone mi cubículo, no me importó chocar con nadie, a ellos ni siquiera les debía una explicación, mas aun así, me miraban con desprecio. No merecía la muerte, no merecía ser visto como un suicida, esto era un estúpido error, estaba muerto, y era una injusticia.
-       ¡Enzo, espera!
Estaba realmente molesto…
Perdí un momento el control sobre mí, cuando lo recuperé, estaba ese tipo frente a mí, sus ojos me seguían fijamente, no podía evitar que mis manos temblaran del miedo -tengo que aceptar que repentinamente estaba aterrorizado-. Sus  ojos no parpadeaban, solo se dedicaban a observar, mas no era ese el problema, sino lo que pasaba por su mente, ese maldito miedo a lo que se ignora, siempre consumiéndome. Cuando desvió la mirada de mi, pude recuperar el control sobre mis extremidades, pero la angustia no tardó en regresar cuando me di cuenta de que él no era el único que me observaba. No, no era el único, de hecho todos los que estaban cerca me miraban, entonces entendí que mis manos temblaban no por miedo, sino por el dolor que hasta ese momento fui incapaz de sentir. Cuando vi mis manos, las vi sangrar, busqué algún golpe en mi cuerpo, pero no pude encontrar nada, comprendí que obviamente no era mi sangre, deje caer mi mirada y ahí estaba un hombre a mis pies, mas sin embargo no me cavia en la cabeza que esas heridas las hubiera causado yo solo con mis manos. Desvarié por un momento e incluso pensé que era un error, que estaba en un mal lugar en un pésimo momento, no tuve tiempo de entender lo que sucedía, algo me tomó del brazo, una sombra que me jaló y me levantó.
-       Hola Enzo, toma asiento, por favor.
-       ¿Cómo llegué aquí?
-       Simple, le pateaste el culo a otro humano, y eso nos llamó bastante la atención, así que decidí que debías venir aquí para conversar.
-       ¿de qué hablas? –pregunte mas asustado que intrigado.
-       Del tipo al que golpeaste en el andén del ala h135, fue una golpiza dura, debes sentirte orgulloso de algo así, ¿no?
-       No, ni siquiera lo recuerdo.
-       Pues es una lástima, fue algo emocionante.
-       ¿me trajeron aquí solo para echarme en cara lo que hice?
-       Tranquilízate, en primer lugar tú estas a merced de lo que nosotros indiquemos, si yo quiero que tu asquerosa persona esté en esta sala cada 5 minutos, así lo haré.
-       ¿y tú quien eres? –pregunté retante a aquella creatura que tenía enfrente, muy similar a Leidenschaft.
Usaba traje, eso no lo puedo explicar, no entiendo porque. Era de color negro, posaba sus brazos sobre el escritorio gris que tenía enfrente de él en esa obscura habitación de paredes cafés. Su piel era también color gris, tenía una estructura casi humana. No tenia orejas, pero si dos hoyos por donde supongo podían escuchar, labios delgados, que al hablar, dejaban ver pequeños dientes, como si de la boca de un pez se tratara. No poseía nariz ni ojos. Sus manos largas y delgadas jugaban con una pluma sobre el escritorio mientras me miraba, o por lo menos eso era lo que yo sentía.
-       ¿Qué importa quién soy yo? ¿acaso sabes quién eres tú?
-       ¿tú lo sabes?
-       Lo sé mejor que tu. Enzo Alejandro Marcus Lares, nacido el primero de enero de 1983, hijo de Edgardo Marcus y América Lares, nunca habías escuchado el nombre de tu padre, ¿verdad?
-       No me impresionaría que lo hayas inventado –dije con fuerzas aun en mis labios, nunca había escuchado el nombre de mi padre, nunca lo conocí siquiera.
-       Sabes que ese nombre es el correcto, sabes que yo sé todo sobre ti, mejor que tú mismo.
-      
-       Lo que hiciste fue algo estúpido ¿sabes? Golpear a alguien en medio del andén, me sorprende tu inteligencia.
-       Ni siquiera me di cuenta de cuando lo hice –dije mirándolo con enojo.
-       Pues aun más estúpido de tu parte –contestó sin dar importancia a mi molestia. –y eso de estar despierto en tu autopsia, es sumamente interesante.
-       ¿estás siendo sarcástico conmigo?
-       Para nada –guardo silencio un mínimo momento, luego continuó –y todo esto, además de que eres el único amigo de Klark Haussen, de verdad eres algo especial. Te diré quién soy y lo que haremos. Mi nombre es Zeit, Dios me creó con un poder especial, controlo el tiempo a mi antojo, puedo hacerte ir muy al futuro, muy al pasado, puedo hacer contigo demasiadas cosas, lo que se me venga en gana, y lo que voy a hacer, es que te regresaré a tu cubículo en el tren, estarás sentado junto a Klark de nuevo, irán a donde sea que tengas que ir, y no comentaras nada, nadie sabrá que golpeaste a ese pobre, te mantendré muy vigilado Enzo, realmente me resultas divertido. Llévatelo Kashmmir. –ordenó a una sombra que estaba detrás de mi.
Una sombra similar a la que me sacó de aquel sueño de la enfermería estaba detrás de mí, y no me había percatado. Estaba hecha de una espesa niebla, haciéndole ver como un fantasma, una sombra, un espectro. Me tomo del brazo y me envolvió, su obscuridad me cubrió, para cuando la luz volvió, estaba sentado de nuevo al lado de Klark, como si nada hubiera pasado. Estaba ahí sentado, nadie sabía lo que acababa de pasar, y esa sensación me asfixiaba.
-       ¿Cómo se llama el lugar a donde ahora vamos? –pregunte sin darme cuenta, mecánicamente.
-       A la estación Mandel
estacion mandel, tomada de http://nachoriesco.deviantart.com/

1 comentario:

  1. Hay, hay, hay...
    Esto esta de pica ehhh xD...
    me gusta Edgar... deberas que si jajaja

    eso de la hipocrecia me sigue causando algo de contradiccion ¿sabes?

    oiie sigue asi... hice muy bien en darte un espacio para escribir :D

    ResponderEliminar